El Opio

El decir a un fumador en estado continuo de euforia que se está degradando equivale a decirle a un pedazo de mármol que está siendo deteriorado por Miguel Ángel, a un pedazo de tela que está siendo manchado por Rafael, a una hoja de papel que está siendo emborronada por Shakespere o al silencio que está siendo interrumpido por Bach.
Jean Cocteau:
Opio: el diario de un adicto

DATOS GENERALES
Origen
Si bien es posible que los efectos psicológicos del opio ya fueran conocidos por los antiguos sumerios, la primera referencia indudable al jugo de amapola se encuentra en los escritos de Teofrasto en el siglo III a.C. Los médicos árabes eran muy versados en el uso del opio que se disemina por todos los territorios dominados por el Islam en pastillas que a veces llevaban impreso el sello mash Allah (presente de Dios). En Roma el opio fue ampliamente utilizado y era, junto con la harina, un bien de precio controlado con el que no se permitía especular. Los mercaderes árabes introdujeron el compuesto en Oriente donde se utilizó principalmente para el control de la disentería.
Se le atribuye a Paracelso haber popularizado nuevamente el empleo del opio en Europa, ya que había caído en desuso debido a su toxicidad. En el siglo XVIII fumar opio se hizo popular en Oriente. En Europa, la fácil disponibilidad del mismo llevó a cierto grado de abuso, pero el problema nunca llegó a ser tan prevaleciente ni tan destructor de la sociedad como el abuso del alcohol.
Etimología

La palabra opio deriva del nombre griego opion para “jugo”, ya que el compuesto se obtenía del jugo de amapolas.

es una droga analgésica narcótica que se extrae de las cabezas verdes de la adormidera (Papaver somníferum). La adormidera (parecida a una amapola), es una planta que puede llegar a crecer un metro y medio y con flores blancas, violetas o fucsia.

QUÍMICA
Identificación

Puede presentarse como una resina color marrón oscuro o como una piedra negra y quebradiza.
La consistencia varía según el tiempo de exposición al aire y los procesos de refinación.

Composición
El opio es el jugo de las cápsulas de adormidera. Éstas se ponen a gotear en sacos de yute colgados a la sombra, el líquido resultante se amasa y se divide en “bolas de opio” de 300 gm aproximadamente.
El opio, contiene más de 20 alcaloides diferentes, entre los principales se encuentran papaverina, tabaína, morfina y noscapina.

Formas de adulteración

Debido a la ausencia de controles de calidad, en el mercado negro el opio puede mezclarse con goma arábiga, quinina, lactosa, y substancias similares. También puede contaminarse con bacterias, virus, hongos o partículas.

FARMACOLOGÍA
Mecanismo de acción y formas de empleo
A través de la historia, este psicoactivo ha sido administrado de diversas maneras. Los polvos y las preparaciones de opio con alcohol (láudanos y tinturas) se ingieren por vía oral. Cuando el opio se presenta en forma de piedra, ésta se desmorona y se fuma en una pipa convencional en cuyo fondo se asienta un poco de tabaco o marihuana para facilitar la consumación. Cuando se adquiere en bruto, el opio debe refinarse para transformarse en chandoo antes de ser fumado. En forma casera esta operación puede realizarse disolviendo el opio en agua destilada. El agua se hierve y se filtra. El proceso se repite tres veces hasta que la masa adquiere una consistencia de jarabe. Éste se vierte en una cazoleta de barro semiesférica, provista de un cañón que se adapta a un tubo de unos cuarenta centímetros de largo que es la pipa.
Los efectos del opio comienzan entre los 15 y los 30 minutos después de su ingestión o entre los 3 y los 5 minutos después de ser fumado y duran entre 4 y 5 horas. Al llegar al cerebro, los alcaloides del opio ocupan los receptores específicos de ciertos neurotransmisores genéricamente llamados endorfinas que se producen de forma natural dentro del cerebro humano. La mayoría de ellos actúan como agonistas fijándose a las tres categorías de receptores de opioides descubiertas hasta ahora en el SNC y que se designan con las letras griegas mu, kappa y delta. Los efectos analgésicos y antiestresantes que normalmente producen las endorfinas se ven incrementados en presencia de los alcaloides del opio.

Usos terapéuticos
Los médicos griegos preparaban triacas con distintos contenidos de opio. A partir de la Edad Media, los antiguos boticarios confeccionan diversos alcoholatos e hidrolatos, fármacos que se obtenían al destilar ciertas plantas con vapor de alcohol o con vapor de agua. Los alcoholatos están subdivididos en alcoholaturas y tinturas. Las primeras se preparan con plantas frescas y las segundas con plantas secas. Se les utiliza como analgésicos generales, como remedios para el insomnio, contracciones uterinas y trastornos gástricos. Los llamados polvos de Dover(que contienen hasta un 95% de opio) y la tintura de opio (5 g de extracto de opio diluidos en 95 g de alcohol) fueron bastante populares hasta que en 1660 Thomas Sydenham, considerado el Hipócrates de Inglaterra, inventa el láudano que lleva su apellido y populariza la siguiente receta: “Tómese vino de España, 1 libra; opio, 2 onzas; azafrán, una onza; canela y clavo en polvo, de cada uno un poco; hágase cocer todo esto a fuego lento, al baño maría, durante dos o tres días, hasta que el líquido tenga la consistencia necesaria; fíltrese luego y guárdese para hacer uso.” (4) Sydenham escribía en 1680: “De entre todos los remedios a que Dios Todopoderoso le ha complacido dar al hombre para aliviar los sufrimientos, no hay ninguno que sea tan universal y tan eficaz como el opio”. (22)
En el curso de los siglos posteriores la admiración de la clase médica ante los efectos analgésicos del opio y de sus derivados se fue moderando al conocerse su toxicidad y su capacidad para ocasionar dependencia física. El conocimiento de estos efectos secundarios considerados indeseables, aunado a la falta de otros tipos de drogas capaces de ejercer una acción analgésica tan potente, estimularon una gran actividad de investigación científica para descubrir opiáceos sintéticos que tuvieran las propiedades positivas de este fármaco natural pero sin sus características negativas.

Dosificación
Las dosis bajas de opio fluctúan entre 500 mg y un 1 g; las medias entre 2 y 3 g; las altas entre 4 y 5 g. La dosis letal en sujetos sin tolerancia se calcula en 10 g.
Efectos psicológicos y fisiológicos
Para Jean-Louis Brau la iniciación al opio no fue muy agradable:
Obtuve los mismos resultados en mis dos primeras experiencias: náuseas, vómitos, dolor de cabeza seguido de sueño pesado, y al día siguiente un despertar desagradable… Según opinión de los grandes fumadores, hay que saber superar el estado preliminar, acostumbrar el organismo a la droga a fin de poder saborear los beneficios del “ídolo negro”… Jean Cocteau aconsejaba acercarse al opio como “conviene acercarse a las fieras: sin miedo”, y sostenía que el mayor peligro estaba en fumar “contra un desequilibrio”. En verdad el opio es una de las drogas menos peligrosas. (4)
En la obra The secrets of the mind-altering plants of Mexico, un consumidor anónimo relata:

Si voy a transmitir las sensación producida por el opio, la describiré en términos de una experiencia con la que otros estén familiarizados. Imagínate a ti mismo en el campo o en los pastizales en una tarde calurosa y relajada de verano. Por el momento, estás descansando a la sombra, y te concentras en nada que no sea el zumbido de un avión, lejos, arriba lejos de ti. Ocasionalmente, este sonido es interrumpido por el sonido distante de pájaros e insectos. Tú estás relajado y complacido, y los monótonos sonidos y el clima caliente te producen efectos hipnóticos.
No deseas moverte de donde estás; ni siquiera deseas pensar. Así es el opio. La sensación es bastante similar. Si tienes hambre, olvidas que tienes hambre. Si estás deprimido, tu depresión se transforma en una complacencia tranquila. Después de tomar opio entras y sales de un ensueño. No te duermes, pero de ninguna manera estás cabalmente despierto. Es como si estuvieras suspendido en una suerte de “zona intermedia” [“twilight zone”] entre el sueño y la vigilia. Nada importa, y todo está bien. (13)

MI EXPERIENCIA PERSONAL
Probé el opio quizá con bastante expectativas en mente respecto a sus efectos. Me atraía mucho lo que escribió en Opio: el diario de un adicto Jean Coacteau:

El decir a un fumador en estado continuo de euforia que se está degradando equivale a decirle a un pedazo de mármol que está siendo deteriorado por Miguel Ángel, a un pedazo de tela que está siendo manchado por Rafael, a una hoja de papel que está siendo emborronada por Shakespere o al silencio que está siendo interrumpido por Bach.
La verdad es que con tan altas expectativas el opio no pudo más que defraudarme. Después de un breve periodo de náusea, simplemente me sentía demasiado tranquila, demasiado relajada, tanto que no tenía ganas de hacer o de pensar nada, sino simplemente yacer quieta allí donde estaba. Lo cual está bien para una tarde o dos, pero encuentro altamente aburrido pasar el tiempo así.
Me gusta que una droga altere mis percepciones para tener sensaciones, imágenes, ideas y/o estados qué explorar, o sea, que me aporte materia prima para pasármela bien y sobre la cual crear una aventura vivencial o de reflexión. Definitivamente el opio no me dejó nada, no me pareció ni bueno ni malo, simplemente no me dejó nada que encontrase interesante. Mi idea de diversión no tiene nada qué ver con echarme cómodamente en un diván a ver pasar la vida. La simple idea me da pereza. Tla vez en la vejez, como recomendaba Avicena…

FUENTES DE CONSULTA ACERCA DE LOS OPIÁCEOS

1. Arias Carbajal: Plantas que curan y matan, Editores Mexicanos Unidos, México, 1990.

2. Astorga, Luis: El siglo de las drogas; Espasa-Calpe, México, 1996.

3. Brailowsky, Simón: Las sustancias de los sueños: Neuropsicofarmacología. FCE-CONACYT, México, 1995.

4. Brau, Jean Luis: Historia de las drogas, Bruguera, España, 1973.

5. Burroughs, William: El almuerzo desnudo, Anagrama, España, 1975.

6. Burroughs, William: Junkie, Júcar, España, 1978.

7. Diccionario de Especialidades Farmacéuticas, Edición no. 40, PLM, México, 1994.

8. Escohotado, Antonio: Guía de drogas, Ómnibus Mondadori, España, 1990.

9. Escohotado, Antonio: Historia General de las drogas, Tomo II. Alianza editorial, España, 1995.

10. Fármacos de abuso: Información farmacológica y manejo de intoxicaciones, Centro Mexicano de Estudios en Farmacodependencia, México, s/f.

11. García Liñán, Carmen: Opiáceos, Árbol Editorial, México, 1990.

12. Goodman, Alfred et all: Goodman y Gilman. Las bases farmacológicas de la terapéutica, 8va. edición, Panamericana, Argentina, 1991.

13. Heffern, Richard: Secrets of Mind-altering plants of Mexico, Pyramid Books, USA, 1974.

14. “Heroin is reasonable safe and a lot of fun”, The Sputnik Drug Information Zone, Internet.

15. Identificación de Estupefacientes y Psicotrópicos, Manuales de Capacitación, PGR, 1994.

16. Krupp, Marcus et all: Diagnóstico clínico y tratamiento, Manual Moderno, México, 1988.

17. Levintal, Charles F.: Mensajeros al paraíso, Gedisa, España, 1989.

18. Opiates facts: opium, codeine, morphine, heroin, Alcoholism and Drug Addiction Research Foundation, Toronto, Canada, 1991.

19. Quincey, Thomas de: Confesiones de un opiófago inglés, Fontamara, México, 1989.

20. Schultes, R.E. y Hofmann, A.: Plantas de los Dioses: orígenes del uso de los alucinógenos, FCE, México, 1993.

21. Shulguin, Alexander: “La legalización de ciertas drogas debería de ir acompañada de educación”, Muy Interesante, Año XVI, No. 2, México, Febrero de 1999.

22. Snyder, Solomon H.: “Los receptores de los opiáceos y sustancias opiáceas endógenas”, Investigación y ciencia, edición en español de Scientific American, Mayo 1977, Barcelona, España.

23. Taylor, Norman: Drogas, Novaro, México, 1970.
24. Verne, Julio: La vuelta al mundo en 80 días, Alianza Editoral, Madrid, España, 1993.

Texto gracias a: http://www.mind-surf.net/drogas/opio.htm

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