Desde que en el año 432 San Patricio introdujera el monaquismo en tierras irlandesas, los scriptoria de los cenobios se convirtieron en núcleo de intensa actividad, dedicados a las copias de los manuscritos que contenían la ciencia clásica y cristiana y sobre todo a la decoración (iluminación) de dichos manuscritos con la inserción de bellísimas miniaturas. El período que transcurre entre mediados del siglo VII y el primer tercio del IX es la época culminante de esta labor decorativa, de la que el Libro de Durrow (hecho en el cenobio de ese nombre en el centro de Irlanda), de finales del siglo VII y el Libro de Kells, al que corresponde la imagen reproducida arriba, son las realizaciones más insignes.
El Libro de Kells debió de componerse entre los años 760-820 aproximadamente, por monjes de los cenobios de Iona y Kells. A este último lugar arribaron huyendo de los ataques vikingos, que arreciaron a principios del 800. Hoy se conserva en el Trinity College, de Dublín. Sus láminas miden 33 x 24 cm. y la caligrafía y decoración se hicieron sobre vitela gruesa y barnizada. Hace más de un siglo un desafortunado encuadernador recortó sus márgenes, mutilando incluso los bordes de la iluminaciones. Como en todos los mejores manuscritos irlandeses, la caligrafía es redonda y uncial (nombre de la escritura en mayúsculas del tamaño de una pulgada).
El libro contiene el texto de los cuatro evangelios. Cada evangelio va precedido de un retrato de su autor, y una lámina con los símbolos de los cuatro evangelistas encabeza las distintas narraciones. La letra inicial de cada evangelio ocupa toda una lámina y aparece recubierta hasta convertirse en dificilmente reconocible bajo las abundantísimas galas ornamentales. En el Libro de Kells, como en otros, el escriba y el iluminador rara vez eran la misma persona, con frecuencia la decoración llegaba al manuscrito con mucho retraso y ocupaba los espacios dejados libres. En muchos casos se empleaba a varios pintores.
En la imagen de arriba se puede comprobar la ausencia total de perspectiva (el símbolo de San Lucas —cuarto inferior izquierdo— es el más claro, apareciendo el toro de perfil mientras sus alas son vistas desde arriba, y la figura humana a la izquierda de la letra inicial muestra sus pies en una perspectiva distinta a la del resto del cuerpo). La sensibilidad actual (*) comprende y valora de modo especial esta forma artística de plasmar la realidad.
En el Libro de Kells las composiciones figurativas son más frecuentes que en textos anteriores. En su iconografía se descubren similitudes con manuscritos sirios y coptos que se basan en el contacto existente entre los monasterios irlandeses y egipcios. La tradicional orfebrería celta se trasplanta con plena fidelidad a la miniatura. En efecto, las piedras y esmaltes cloisonnés tienen su réplica constante en los numerosos rectángulos y cuadrados que se individualizan en los ejes que vertebran la decoración (es claro en la portada de los cuatro símbolos apostólicos, especialmente en su marco general y el trazado cruciforme del interior). El otro elemento de indiscutible ascendencia céltica lo constituye el constante entrelazado que rodea a las figuras, frecuente en trabajos metálicos y en las cruces de piedra. Las líneas dobles y las espirales eran constantes en la tradición celta del período de La Tène; ahora en los manuscritos se desarrollan de modo indefinido, transformándose en figuras animales o humanas, que a su vez quedan enlazadas y que sufren las metamorfosis más dispares, apareciendo y desapareciendo pájaros, víboras, hombres distorsionados en lucha, en posiciones acrobáticas. Y es que el sistema decorativo irlandés enseñó a los artistas románicos a tomar la figura humana o animal y plegarla, estirarla o retorcerla según exigiera la ornamentación o la curva de un capitel.
Junto a los elementos estrictamente decorativos, la caligrafía irlandesa es un arte en sí, no un elemento accesorio. Puede parangonarse a la caligrafía islámica o china. El conjunto del Libro de Kells constituye la obra suprema, el más alto logro de inventiva, en color y en fantasía.
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(*) Los autores se refieren a las corrientes de la vanguardia del siglo pasado, como el cubismo o el futurismo, que redescubrieron la perspectiva múltiple. Aunque éstas corrientes la emplearon como recurso expresivo más que
—como parece ser el caso del arte celta en general— simbólico.
• Manos y Dedos
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Trinity College, la universidad más antigua de Irlanda, es el lugar donde se conserva el esclarecedor Libro de Kells. Fundada en 1592, Trinity (conocida popularmente como TCD, Trinity College of Dublín) presume de un impresionante elenco de alumnos que incluye a Jonathan Swift, Bram Stoker, Osear Wilde y Samuel Beckett. Pero su papel más importante hoy en día es el de custodiar este manuscrito del temprano medievo, la más importante (y bella) obra maestra que ha sobrevivido desde los primeros siglos de cristiandad celta. Cada página está magníficamente decorada con elaborados patrones y animales mitológicos, influida por la tradición artesanal de trabajo con metales de aquella época. La iluminación no tiene parangón por su complejidad y la variedad que ocupa cada una de las 680 páginas organizadas en los años cincuenta en cuatro volúmenes separados. Tan imaginativa iluminación por parte de los escribas y los monjes del monasterio de Kells fue denominada por un cronista del siglo XIII “un trabajo más propio de ángeles que de hombres”. El Libro de Kells se guarda en el piso de abajo, en la zona de las columnatas de la vieja biblioteca de la universidad construida en 1712 y ampliada en el siglo XIX. Las estanterías todavía adolecen de falta de espacio para albergar el cuarto de millón de volúmenes apilados desde el suelo al techo. Es uno de los ocho edificios en este lugar de 16 hectáreas que almacenan de forma colectiva más de cuatro millones de volúmenes. Trimty College ha recibido una copia de cada libro irlandés o inglés publicado desde 1801.
• EL LIBRO DE KELLS Dublín, Irlanda
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Mis Viajes por la Historia
El Libro de Kells es el más ilustre de los manuscritos realizados entre los siglos VI y IX entre Irlanda y Escocia. Completando este salón de la fama nos encontramos con ejemplares como el Libro de Durrow, el Cathach de San Colomba, los Evangelios de Durham, etc.
Debe su nombre a la abadía de Kells, en el condado irlandés de Meath. La abadía fue fundada a principios del siglo IX por monjes procedentes del monasterio de la isla de Iona en Escocia (Islas Hébridas), los cuales huían de las incursiones vikingas. El monasterio de Iona había sido fundado por San Colomba, evangelizador de Escocia, el cual había instalado en dicha isla su centro de actividades en el siglo VI………
Si quieres leer el texto completo visita el sitio original, me tomé la libertad de ponerlo en mi espacio porque me pareció sensacional….
El Libro de Kells (II). Historia